20121230

EL FUEGO

Uno descubre así
-sin ser más sabio ni esperar remedios-
que incluso de improviso la campana,
si suena suplicando contra el cielo
y anuncia alrededor la luz de un nacimiento,
siembra también la muerte en su interior:
la planta muy adentro.

Y nada más espera a quien se apresta presto;
al empezar de nuevo, el círculo no agota 
de su centro el eje, 
la sombra sigue allí e igual que un sueño, 
despierta la mañana y cae la noche luego.
Tendrá que arder más leña mientras queme el fuego.





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