20110612

PROTECTORES

En la transmisión de las enseñanzas que Padmasambhava ocultó para ser descubiertas en el futuro adecuado, los "protectores" cumplen un papel destacado. Realizan funciones de custodia por un lado, y por otro, detentan la misión de entregarlas a su tiempo al destinatario idóneo, según la cualidad del momento y el grado de comprensión alcanzado por la civilización en cada época histórica. No todo puede ser sabido siempre, sino que ciertas doctrinas y revelaciones deben esperar a que sea propicia la ocasión: cuando la conciencia esté lo suficientemente receptiva y pueda ser útil que lleguen a ella las palabras de Gurú Rinpoché. Las "termas" aguardan durante cientos de años en arquetas hechas de piedra, cerámica o madera, aunque a veces son de piedras y metales preciosos; su función es preservar la pureza de los textos y asegurar su permanencia física. Los "protectores" contribuyen también a ello, pero entre sus tareas hay que añadir las de auxiliar a los practicantes y preservar la tradición. No son sólo guardianes, sino devotos servidores del pasado que lo abren al futuro cuando el presente es el justo. Pueden ser dioses, semidioses, genios de las aguas o del aire, budhas y bodissatvas: en todo caso, su voto fue el de contribuir a la preservación del dharma.También hay protectores humanos, cuyo poder se debe sólo a las bendiciones que en sus nacimientos les otorgó Padmasambhava. Los principales protectores de las enseñanzas secretas son tres, y cumplen una función análoga como divinidades de la tradición tibetana más antigua, la Nyingma.

EKAJATI, o Tara azul, que corresponde a la antigua diosa bön del cielo y es una de las más poderosas, como "madre de las madres de los Budhas".




























VAJRASADHU, o Dorje Lekpa en tibetano, fue uno de los demonios de las montañas sometido por Padmasambhava.




























RAHU, divinidad en forma de serpiente de origen hindú.












(A partir de "Las enseñanzas secretas del Tíbet", de Tulku Thondup Rinpoché. Ed. Dipankara, Sabadell 2010. Pág.102)

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