20100909

-NIÑO

Budha Shakyamuni predijo que las enseñanzas tántricas más elevadas serían reveladas después de su muerte terrenal por alguien que aparecería bajo una presencia milagrosa. Reconocía así que a él, nacido en forma humana, no le había sido posible mostrar plenamente las enseñanzas secretas. Pudiera pensarse que sería bajo la forma de un viejo sabio o de un gran gurú curtido por la edad cómo se presentaría en el mundo compartido el revelador de los mayores misterios. Pero no: fue un niño el que vino. La inocencia en lugar de la erudición, la juventud en vez de la experiencia, la libertad espontánea del que aparece naciendo y no las oscuras conclusiones del anciano. Padmasambhava, tal y como había predicho Budha Shakyamuni, no tuvo una presencia ordinaria ni fue común su origen, sino que en su mismo nacimiento plasmó su plena condición, la más alta y a la vez, la primera: la cualidad del amanecer de la vida, donde todo es posible. Un niño luminoso, caído del cielo sobre el lago Danakosha: en él se encarnaron las palabras que mostrarían los secretos más altos. Budha Shakyamuni lo había anunciado, y el niño vino, brillante, sobre el loto, dando cumplimiento a la profecía.
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A PARTIR DE : Fabrice Midal (2000): Mythes et dieux tibétains. Ed. du Seuil, Paris. Pag.105 y ss.

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