20091114

-ROSTRO

Llegaste aquí en la noche como un sueño,
cuando moría la oscura madrugada.
Imágenes fugaces. De la nada,
tu rostro apareció. Fruncías el ceño.

Querías decir palabras que, sin dueño,
mantienen en el aire su morada.
Eternas como el tiempo, son espada
que no supe tomar, con ciego empeño.

Rugiendo mil feroces alimañas
que ocupaban mi mente sin tesoros,
dejé pasar la vez. El sol se empaña,

la luz más se oscurece y como el oro
-haciéndose más viejo, al fin no engaña-
así me vuelvo a tí y ya no te ignoro.

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