20091107

-LIBERACIÓN DE PADMASAMBHAVA: CAPÍTULO OCTAVO

Hay algo sin duda sorprendente en la estrategia que adoptó Padmasambhava para que sus enseñanzas se mantuvieran vivas en los tiempos que habían de venir. Es en este octavo capítulo donde se explica la decisión de ocultar los textos para que en el futuro los discípulos adecuados los redescubrieran y los pusieran en circulación de nuevo. Ese proceso incluyó la predicción de quien y cuando los sacaría a la luz, junto a las plegarias de poder y la aspiración necesarias para su difusión. Se anunció también el momento decisivo para que todos esos tesoros hubieran sido revelados, "antes de la destrucción final".
El texto no es más claro sobre este proceso, pero sí nos dice en qué contexto y con quienes contó para establecerlo. Todo tiene que ver con la revelación del "Compendio del Océano del Dharma" la suprema enseñanza de la que aún carecían incluso los discípulos más elevados y de mayor realización, y que el rey Thrisong Detsen y sus hijos le solicitan. Padma se presta a desplegar el mandala que lo incluye, pero es para ocultarlo en la mente de los que lo reciben, mediante siete años de práctica meditativa en "la concentración unidireccional de su mente". Lo hicieron.
Al hacerlo acabaron por mostrar signos irrefutables de realización, de los que sólo cito algunos: "atravesar sin obstrucción las montañas", "comprender la verdadera naturaleza de la mente", "volar por el cielo como un pájaro", "transfigurar su cuerpo en un fuego virulento", "transformar el cuerpo en una masa de luz" y así sin extenuación se describen prodigios inconmensurables. En las mentes de esos discípulos realizados quedó el "Compendio del Océano del Dharma", que las dakinis transcibieron en lenguaje mágico y ocultaron después en lugares sagrados. Pero los que serían redescubridores de los textos secretos serían esos mismos veinticinco discípulos, que volverían de nuevo bajo nuevas formas.
Hay algo enigmático en todo esto, que sin embargo se esconde en lo obvio: el "Océano del Dharma" lo incluye todo, está antes y después de ser conocido, revelado, vivenciado, ocultado y redescubierto. Permanece siempre. Los humanos vamos y venimos por el universo infinito, y el Océano de la sabiduría esencial está siempre ahí, dispuesto, expuesto, oculto, manifiesto y latente. Es la realidad misma por la que navegamos, construyendo la conciencia que nos construye como seres sintientes. Alcanzar esa dimensión última sobrepasa el orden aparente pues lo incluye, y otorga por lo tanto "grandes poderes y signos irrefutables de realización". Llegando ahí, los humanos no somos más que un eco en el que lo eterno resuena, va y viene. Reencontrar los textos es aguzar el oído y escucharlos, en la mente, ocultos entre las rocas, latiendo bajo las aguas...

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