20090829

-EL PEQUEÑO PADMASAMBHAVA ES LLEVADO A PALACIO

Hay algo en el relato del nacimiento de Padmasambhava que alcanza la dimensión esencial del misterio. Va mucho más allá de lo que se narra, por ejemplo, en los evangelios cristianos sobre la natividad de Jesús. El detalle y la fuerza de los detalles con que se explica su aparición en este mundo no pueden conocerse sin que se abra una grieta en nuestra comprensión ordinaria de la realidad. Sabemos, es cierto, que la frontera entre los símbolos y los hechos es siempre confusa; pero hemos de reconocer también que en ella se separan y unen a la vez la fantasía y la verdad. En cualquier caso, la fuerza de su impacto en nuestra mente es independiente de su origen histórico. Para muchos, durante muchos siglos, fue así. Y en las palabras que siguen, sigue siendo así. Conviene, simplemente, leerlas con atención libre de juicios. A veces, esas cosas, suceden.



"Entonces el loto se abrió aún más, y el niño saltó como una flecha disparada hasta la orilla del lago. En el punto donde tocó la tierra, surgió inmediatamente una flor de loto, en la que se sentó el niño, por lo que el rey lo llamó "El nacido del loto", y pensó para sí: "será mi heredero y mi gúrú". Luego el rey separó la flor de su tallo, la levantó con el niño sentado en ella, y junto con el ministro que le acompañaba se encaminó al palacio.

Las grullas y los patos salvajes se sintieron entristecidos por la pérdida del niño. Algunos se posaron en sus hombros. Otros volaban al frente y doblaban hacia abajo sus cabezas. Algunos se tiraban al suelo y quedaban allí como muertos. Otros, daban vueltas y vueltas en torno al lago. Algunos inclinaban sus cuellos sobre la tierra y lloraban. Hasta los árboles y arbustos se inclinaban hacia el niño dando muestras de tristeza. Hurracas y loros, pavorreales y otras aves volaron al frente de la comitiva y unieron las puntas de sus alas, en un esfuerzo por detener la procesión. Buitres y milanos golpearon al rey y a sus ministros con sus picos; los pájaros pequeños desahogaban su tristeza en chillidos. Leones, tigres y osos junto a otros animales feroces corrían por todos lados en actitud amenazante tratando de impedir el paso de la comitiva. Elefantes, búfalos y asnos salían de la jungla y se reunían con los otros animales para protestar. Los espíritus guardianes y los genios del lugar estaban muy perturbados y provocaban truenos, rayos y granizo."
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Fuente: "Epítome de la vida y doctrinas del gran gurú tibetano, según la biografía de su principal discípulo la dama tibetana Yeshe Tsogyal" en: Libro tibetano de la gran liberación (1998), Ed. Kier, Buenos Aires, pág. 162

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