20090701

-DAKINI KUMARI

En un comentario a la entrada del día 26 de junio, se aludía a la escasa presencia de la mujer en las profecías budistas. Quizá pueda entenderse como una consecuencia del contexto social e histórico en que fueron transmitidas las palabras y las enseñanzas del Buda Shakyamuni, y quizá más de esas influencias circunstanciales que de la propia esencia de su mensaje. En todo caso, en el budismo tibetano en especial, es muy intensa la valoración del principio femenino en el proceso de transformación personal que conduce al estado iluminado. También la figura de Gurú Rinpoché muestra esta actitud por medio de algunos episodios de su biografía. Cito un fragmento de "El cálido aliento de la dakini", de Judith Simmer-Brown, en MTM editor, Barcelona-2002, una obra fundamental para aproximarse a la concepción del principio femenino en el budismo tibetano, de la que intentaré presentar algún comentario en los próximos días. Sus primeras 35 páginas se encuentran disponibles aquí. En relación a Padmasambhava y las dakinis, en las páginas 25-28, dice lo siguiente: " Cuando el gran yogui Padmasambhava emprende su recorrido espiritual, viaja de un lugar a otro solicitando enseñanzas de yoguis y yoguinis. Guiado por visiones y sueños, su viaje le lleva a bosques solitarios poblados de fieras salvajes, a lagos envenenados con islas fortificadas y a cementerios. Dondequiera que vaya, hace milagros, recibe iniciaciones y madura sus propias habilidades para beneficio de los demás.

Cuando oye hablar de la suprema reina de todas las dakinis, la yoguini sumamente realizada a quien se denomina "Sabiduría Secreta", viaja al cementerio del Bosquecillo de Sándalo, y llega hasta las puertas de la morada de la reina: el Palacio de las Calaveras. Padmasambhava intenta hacer llegar una petición a la reina mediante su doncella Kumari, pero la joven le ignora y continúa portando agua en grandes vasijas de bronce que penden de un pesado yugo que se apoya sobre sus hombros. Cuando insiste en su demanda, Kumari continúa con su trabajo silenciosamente. El gran yogui se impacienta y, mediante sus poderes yóguicos, clava mágicamente las pesadas vasijas al suelo. Por mucho que lo intenta, Kumari no puede levantarlas.

Quitándose de sus hombros el yugo y las cuerdas, se acerca hasta Padmasambhava exclamando: "Has desarrollado grandes poderes yóguicos. ¿Qué hay de los míos, gran señor?". Y dicho esto, toma un centelleante cuchillo de cristal de la faja que rodea su cintura, y abre el centro de su corazón, revelando el vívido y vasto resplandor de su cuerpo. Su interior muestra a Gurú Rinpoché el mandala de deidades de los tantras interiores: cuarenta y dos deidades apacibles se manifestaban en su torso superior y su cabeza, y cincuenta y ocho deidades airadas moraban en su torso inferior. Avergonzado por no haberse dado cuenta de con quién estaba tratando, Gurú Rinpoché se postra ante ella y renueva humildemente su petición de enseñanzas. Como respuesta ella le ofrece su respeto y añade: "Yo no soy más que una doncella", y le acompaña hasta la reina Sabiduría Secreta.

Esta simple doncella es una mensajera de su género, la dakini en el budismo tibetano. Como puede apreciarse por su nombre, Kumari, "hermosa joven, princesa de la coronilla" puede ser modesta en su conducta, pero es regia e imperativa en su comprensión de la naturaleza de la realidad. Como muchas dakinis, enseña directamente, y no a través de sus palabras sino de sus acciones. Específicamente, enseña con su cuerpo, abriendo con su cuchillo su corazón para revelar su sabiduría. No guarda nada para ella, compartiendo su naturaleza con el propio Gurú Rinpoché. Kumari demuestra que su cuerpo no es tal como aparece. Mientras que ella puede ser joven, grácil y bien parecida, objeto del deseo, muestra que su cuerpo está vacío y es tan vasto como el espacio sin límites; en su corazón se revela la naturaleza última de la realidad. Y dentro de su apertura se hallan todos los fenómenos, todas las percepciones sensoriales, emociones, pensamientos y cogniciones, como un mandala de deidades dispuestas en el vívido esplendor de sus atuendos, ornamentos y joyas, con aspectos tantos apacibles como airados. Al mirar en el interior del centro de su corazón, el practicante está mirando en un espejo, viendo la mente y el mundo entero en una perspectiva dramáticamente distinta. No es posible experimentar dicha visión sin ser transformado.

En el budismo tibetano, Kumari representa la clase más significativa de figuras femeninas iluminadas: la dakini de sabiduría. En la literatura y la tradición yóguica, ella y sus hermanas aparecen ante los practicantes, mujeres y hombres por igual, durante los rituales y durante el retiro para dar enseñanzas, dirección y desafíos en la práctica de la meditación. Según la tradición tibetana, como mujer, ella tiene el poder extraordinario de transformar al practicante y de conferir poder. Su poder proviene de su linaje de realización, representando la naturaleza iluminada de la mente de las yoguinis y los yoguis. Su mente es la expresión de la esencia de la conciencia pura, el estado despierto fundamental inherente pero aún no descubierto de todos los seres. Su cuerpo femenino vibra de vitalidad, portando singularmente y dando a luz esa sabiduría prístina.

Aún así, al principio Gurú Rinpoché, considerado como el segundo Buda y conocido por su infalible omnisciencia y medios hábiles sofisticados, no la reconoce. ¿Qué quiere decir esto? La biografía del gran maestro es, en tibetano, una historia de liberación (namthar) que describe el viaje espiritual interior a la Iluminación. Los acontecimientos en esta biografía no son hechos reales en el sentido occidental. Trazan de manera mítica, simbólica y visionaria la transformación de la mente convencional en consciencia despierta. En la tradición budista mahayana, esta biografía y otras similares son apreciados anteproyectos para el viaje espiritual de todo practicante.

¿Por qué Gurú Rinpoché no reconoce a Kumari como una dakini realizada? En la tradición vajrayana, este evento es paradigmático. En muchas biografías sagradas, ni siquiera los maestros más realizados reconocen inmediatamente a la dakini, cuya realidad ambigua y significativa explica la riqueza y variedad de su tradición. Puede aparecer bajo una forma humilde u ordinaria, como una tendera, una esposa, una hermana o una bruja decrépita y enferma. Puede aparecer en visiones en momentos de transición, y su mensaje es a menudo indescifrable. Si se revela, si se la reconoce, tiene una tremenda habilidad para indicar obstáculos, mostrar nuevas dimensiones o despertar el potencial espiritual. Es esencial que el practicante vajrayana no pierda la preciosa oportunidad de recibir su bendición. Pero cuando el tiempo no ha madurado todavía o cuando las circunstancias desfavorables están presentes, la dakini no puede ser vista, contactada o reconocida. Cuando ocurre esto, la potencia del momento se pierde, y la realización se malogra." También Padmasambhava quedó oscurecido ante la presencia silenciosa y discreta de la dakini Kumari, porteadora de baldes de agua, al servicio de Sabiduría Secreta. Quizá este episodio de la biografía de Padmasambhava sirva para entender que aunque las enseñanzas tibetanas se relaten bajo el protagonismo aparente de seres humanos de género varón, incluyen y reconocen de un modo central al principio femenino como impulso básico para la liberación. Lo que sucede es que a menudo, lo esencial permanece oculto, y lo que realmente importa debe ser descubierto bajo las máscaras tras las que puede volverse invisible. Gurú Rinpoché acaba por arrrodillarse ante la dakini Kumari, sencilla doncella de Sabiduría Secreta, y en ese gesto está dicho casi todo. Padmasambhava no solía inclinarse fácilmente: más bien eran reyes y nobles los que acababan postrándose ante él. Sin embargo, la dakini Kumari, humilde y poderosa, lo vio besar el suelo ante sus pies.
Se agradecerán nuevos comentarios, que intentaré atender en la medida de mis posibilidades. Los espero.

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